Al contrario de lo que su título podría sugerir los catecismos son, en resumen, un montón de viñetas pornográficas. Producidas clandestinamente y distribuidas bajo mano en quioscos, garajes y barberías durante los años 50 a 70 del pasado siglo, conocieron un éxito arrollador y ello pese a las restricciones. Su temática las hacía impublicables dentro de los circuitos comerciales y en especial dentro del católico Brasil de aquellos días, pues más allá de las fantasías de rigor, los catecismos constituyen todo un testimonio de la sexualidad de Brasil de aquella época, en el que la virginidad era un bien preciado y la sodomía atajo recurrente. Libres de censura se permiten transgredir todos los tabúes: la homosexualidad, el incesto o la zoofilia.