... Estambul es el verso infinito que descansa
sobre este cuerpo abatido por la belleza
y los pétalos erguidos por la lucidez.
No deseo despertar de la sombra azul
que sueña mezquitas y mausoleos desfallecidos.
Deja que siga escribiendo,
mi diosa del árbol venenoso,
cuyo ojo preciso me observa,
calla y pernocta.
Tú existes en la caricia que nos confunde,
en la literatura que nos disuelve,
en el silencio que nos fecunda...
Extractos poéticos de El diván de Estambul
Retratos y testimonios