Sosias, escéptico y ocioso, al que la vida le juega la mala pasada de dejar a su cargo un hermano ciego, trata de librase de él. El viaje que emprende para lograrlo es una intrincada odisea urbana, entretejida de penalidades y espejos borrosos en que mirarse.De la relación ácida y equívoca entre los dos y el toparse con personajes contradictorios, cínicos, comediantes y extraviados revueltos en la oscuridad de la existencia, a los que se enfrenta en mordientes controversias y piruetas pasmosas, sale salpicado, sacudiéndose sarcástico o encrespado; que el ciego, habilidoso, trata de aprovechar en su favor para disuadirlo del abandono a que se ve abocado. Pugnan y alientan ambos enredados en lo inesperado, acarreando uno con una tutela escurridiza y el otro negándose a ser un afligido desarraigado, entre un fárrago humano de tristes, ambiguos y maldicientes que los embrollan.Marcha Sosias, presto, tropezando y tenaz, sorteando dificultades y enganchándose a lo inverosímil con tal de andar rápido y acabar el lance triunfante. No ceja en que se repare su sino aciago, decidido a soltar su servidumbre donde no le