La arqueogenética está revolucionando la interpretación histórica al desvelar el alto componente indoeuropeo y atlántico de los europeos actuales, particularmente en la península.
Los avances en los hallazgos de los altares en el Alto Arlanza nos motivan a estudiar la cultura prerromana y una etnia celta variante. No deberían extrañarnos los sacrificios humanos que sugiere Estrabón en el nordeste de Hispania, pues fueron prácticas habituales a prisioneros, tal y como atestigua la historia comparativa con evidencias documentales en los santuarios de Fragas de Panóias, Cancho Roano y Ulaca, que prosiguen en Plena Edad Media.
El germen de la nación española se encuentra en Lara, lugar de procedencia de los condes de Castilla y los Siete Infantes y cuna de Fernán González. Un pilar de la Corona se fundamenta en la religión que en el Medievo infundió hondas creencias cristianas desde los cenobios de San Pedro de Arlanza, Santo Domingo de Silos e Infantado de Covarrubias, protagonistas y fuentes documentales para la historia de este país.
El «descubrimiento» del Nuevo Mundo se benefició de las artes de los mismos aventureros que manifiestan una experiencia de combate adquirida en la «Reconquista» y prosiguió en el dominio de las picas de Flandes por Europa para constituir un reino donde no se ponía el sol. El mayor imperio conocido se sirvió de la Mesta y la Real Cabaña de Carreteros.
A nivel etnográfico, nos adentraremos en las raíces, en el ciclo anual de la vida, las tradiciones y el folklore; un rastreo por los rescoldos de la esencia humana para apreciar que el espíritu numantino nunca se rinde y comprobar si perdura una impronta celta.
El autor