Dios compiló sus huellas y creó una rosa:
quiero decir, mi cuerpo,
así me sentí en el útero de mi madre,
cuando su voz se quejaba,
en el horizonte oscuro,
y mi padre buscaba en el Corán
un nombre que me protegiera.
En el séptimo día después de mi nacimiento
lo encontró
Y escribí mi espejismo
cuando vislumbré el abismo
entre mi nombre y yo.
La nube enterrada en mi cuerpo
era mayor que yo,
por eso traicioné mi nombre
y escribí mi espejismo.