En una ciudad de un país de Europa, cuentan que vivía una familia de inmigrantes negros africanos, formada por el padre, Malonga, la madre, Bahòngò, y su única hija, Bamboa ba Essopi. Malonga y su mujer, Bahòngò, habían emigrado a Europa y llegado a esa bonita ciudad a orillas del Mediterráneo unos años atrás, para buscar lo que, en esos tiempos, casi todos los habitantes de su continente denominaban “una vida mejor”. Esa expresión estaba de moda y se había convertido para la mayoría de los jóvenes en un reto para conseguirlo.
Malonga y Bahòngò eran los dos de un poblado del sur de Camerún que se encontraba junto al mar y que tenía un río con una alta montaña formada por unas gigantescas cataratas, que desembocaban solo a muy pocos metros del mar. Los habitantes de ese pueblo comentaban siempre que parecía que veían una pelea de gigantes entre el mar y las cataras del río; porque cada vez que el mar se hinchaba durante su marea alta invadía con rabia y sin contemplaciones todo el espacio que ocupaba el río, desbordando a placer sus límites. Solo que nunca conseguía alcanzar la altura de las cataratas...