Una escritora que reúne ser historiadora y crítica literaria, además de antóloga
y poeta, por sus obras ha de ser conocida y, desde luego, reconocida. Claro está que, más allá de cuanto reflejan tintas y papeles, hay una personalidad admirable, por su dedicación mantenida durante años al conocimiento y por su entrega, sincera y leal, a abrir y a compartir áreas de conocimiento que nos hacen mejores a todos sus lectores, porque profundizan en los beneficios de los entendimientos culturales.
Justa es la paz y justo es el humanismo proclamado por el conjunto de una obra tan auténtica, como la de Leonor Merino.
Del prólogo, María Jesús Viguera Molins Leo mis primeros trabajos, de los albores del año 90 del siglo pasado, y constato que sigue viva mi vocación, enclavijada en el alma, por estas literaturas árabes magrebíes.
Si de nuevo tuviera que repetir aquellos pasos arduos y solitarios, pero con la esperanza
siempre puesta en ellos, pondría la misma efusión, la misma mística, la misma búsqueda infatigable. Puesto que mi pasión por estas escrituras, por una lengua poética y por los estudios comparativos, no ha cambiado un ápice. Muy al contrario. ¿Por qué? Porque el aprendizaje, unido a la motivación, me dirige; sin embargo, la emoción me activa.
Leonor Merino